En una noche muy oscura cuando los niños y niñas dormían, las brujas volaban con sus escobas llevando a sus espaldas serpientes venenosas. Y cuando algún niño se portaba mal, las rujas tiraban las serpientes a los niños para que se los comieran o los secuestraban para que los echaran en sus calderos con agua hirviendo.
Así que niños, si no queréis ser comidos por una serpiente o echados en el caldero de la bruja, sed buenos y portaos bien.
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